EL MERCURIO LEGAL – Las recientes noticias sobre el retraso en la entrega del 80% de los hospitales concesionados del país, y anteriormente los casos del Hospital del Salvador y del Hospital de la Unión, son lamentablemente un eco magnificado de una realidad que observamos con demasiada frecuencia en proyectos de gran envergadura: los sobrecostos, atrasos, controversias y conflictos. Esta paralización sistémica en obras tan críticas para el pais nos obliga a reflexionar, con más urgencia que nunca, sobre la evaluación de riesgos en la etapa pre inversional y la preparación contractual para afrontarlos.
Los proyectos, por su propia naturaleza, siempre enfrentarán complejidades, algunas de las cuales están en el campo de lo previsible —aunque sea
baja su probabilidad de ocurrencia— y otras que pueden ser imprevisibles. Desde hallazgos arqueológicos hasta eventos que podrían ser calificados de fuerza mayor, pasando por habituales problemas en las definiciones oportunas y libres de errores en la ingeniería básica y de detalles, el camino nunca es lineal ni del todo despejado. Las preguntas claves son, entonces, no si surgirán problemas, sino cómo aminoramos su ocurrencia, cómo intentamos identificarlos a tiempo, cómo nos preparamos para gestionar la complejidad y qué modelos de contratos podemos utilizar que resulten eficaces frente a estos escenarios, considerando la más adecuada carga de riesgos de las partes.
Estas situaciones, con sus sucesivos cambios de proyecto y adaptación de las condiciones del acuerdo original, especialmente cuando se deben incorporar cambios o correcciones de ingeniería sobre la marcha, visibilizan un punto esencial: la mirada contractual, junto con la mirada técnica analítica, juegan un papel muy relevante, que va mucho más allá de la resolución de disputas.
Son, o deberían ser, herramientas fundamentales para prevenirlas. Para ello es crucial que los factores de riesgo del proyecto sean identificados adecuada y anticipadamente, analizando los escenarios que podría enfrentar el proyecto y permitiendo así que el espectro de posibilidades sea parte de la información en cada decisión clave.
Un análisis cualitativo y/o cuantitativo de riesgos en fase preinversional no es un gasto, es una inversión estratégica. Identificar los factores operacionales, técnicos, ambientales o económicos que marcarán el rumbo del proyecto es considerablemente más beneficioso que afrontar los sobrecostos asociados a las desviaciones y las complejas y prolongadas disputas; pero, sobre todo, es fundamental para evitar el inmenso impacto social que hoy vemos materializado en el caso de los hospitales: camas y pabellones que no llegan a tiempo a quienes más los necesitan, debilitando la red de salud pública del país.
Se trata de transitar desde una posición reactiva a los problemas hacia una estrategia proactiva y preventiva que dote a los proyectos de una estructura contractual acorde a esa mirada desde su inicio, incluyendo planes de contingencia razonables para afrontar las posibles desviaciones. Es más que un conjunto de normativas, es una guía esencial para dotar de robustez contractual y sostenibilidad a un proyecto desde sus inicios.
La historia de los hospitales retrasados y su consecuente costo económico y social son un claro ejemplo de que, aunque los cambios y situaciones imprevistas sean parte del juego, la identificación y análisis de los riesgos propician una gestión contractual sólida y preventiva, lo que puede marcar la diferencia entre años de retraso y dificultades y una ejecución que haya considerado las posibles vicisitudes y tenga a la mano sus planes de contingencia.
* Ricardo Fierro Figueroa es socio director de Gedd Consultores y director de la Sociedad Chilena del Derecho de la Construcción.
Fuente: El Mercurio Legal, 10 de Julio de 2025